Relato: Osvaldo y Su Herencia



OSVALDO Y SU HERENCIA
Mª José Campos 

(Relato presentado al I Premio Literario Crisálida)




Érase una vez un chico que se llamaba Osvaldo y que hace 15 años vino desde Marruecos a Sevilla, España.
El primer año llegó a Andalucía, buscó una pensión para quedarse y le dejaron una habitación por diez euros la noche. Entonces el señor de la pensión le dijo que iría a la oficina del paro, Osvaldo le dio las gracias y así lo hizo. Llegó, entro y cogió un número, le tocó el 200. Se sentó y a las 9:30 horas dijeron su número y él dijo:
- Yo soy el que tiene el 200. - y entró.
- Siéntese.- le dijo Belén. – Dígame que quería.
- Yo lo que quiero es trabajar. – dijo Osvaldo.
- ¿En qué quieres trabajar? – preguntó Belén.
- En lo que sea. – respondió Osvaldo.
- Bueno, tengo un trabajo en una fábrica de perfumes.- explicó ella.
Osvaldo le dio las gracias y la dio todos los papeles.
Entonces Belén le dijo:
- Mañana sin falta te tienes que presentar.
- Vale. – respondió Osvaldo.
- Bueno, con lo que sea me cuentas.- concluyó Belén.
Y Osvaldo se fue muy contento, se fue a comprar un pantalón y una camiseta, y unos pasteles para celebrarlo con el señor de la pensión, para agradecerle el trabajo, mientras pensaba “si no hay ninguna cosa rara será mío”.
Entonces llegó a la pensión muy contento y el señor le dijo:
- ¿Esa cara es de felicidad?
- Pues si.- respondió Osvaldo.- Mañana me tengo que presentar en la fábrica de perfumes, a ver si tengo suerte. De momento he traído unos pasteles para celebrarlo con usted. ¿Me puede decir como se llama usted, por favor?
- Yo me llamo Canuto.- respondió el hombre. Y Osvaldo le preguntó que por qué ese nombre:
- Porque mi padre fumaba mucho entonces.- explicó.- Mi madre me puso Canutillo y cuando me hice mayor me llamaron Canuto. Tengo 80 años ¿qué te parece Osvaldo?
- Pues muy bien.
Se sentaron a la mesa y Osvaldo abrió los pasteles, y Canuto dijo:
- ¿No te parecen muchos, hijo?
- Pues no.- respondió Osvaldo.- Así tenemos para mañana desayunar.
- Vale, pues si.- afirmó. Y se fueron a la cama.
Al día siguiente, Osvaldo se levantó y se fue al servicio, se duchó se afeitó y se echó colonia. Después se fue al cuarto y se puso el pantalón vaquero y la camiseta, todo nuevo, se puso las playeras e hizo la cama y dejó el cuarto recogido. De repente, cuando fue a la cocina, Osvaldo se encontró con Canuto y le preguntó que hacía despierto y canuto le dijo:
- Pues el desayuno. Quería darte esta medalla de la Virgen del Rocío, a mi me ha dado hasta hora mucha suerte.
Y Osvaldo dijo:
- Yo no puedo coger eso es muy personal y es de usted.
Y Canuto dijo que ya le había dado bastante suerte y que ha sus 80 años ya lo tenía todo. Y añadió Canuto:
- No seas así, hombre, es una medalla de la Virgen del Rocío. Y cuando te la pongas al cuello verás que todo te irá muy bien. Venga vete ya.
Osvaldo le dio las gracias a Canuto y fue a la parada del bus. Preguntó al chofer si iba a la calle 60 y el chofer dijo que si y Osvaldo se subió.
- ¿Cuándo lleguemos me puede avisar por favor? – le preguntó Osvaldo al chofer.
- Si, claro. – respondió el chofer muy amable y le avisó.
Osvaldo se bajó, miró a su alrededor y preguntó a un señor que pasaba por allí:
- Por favor, ¿me puede decir dónde está la fábrica de perfumes?
- Claro. – respondió el hombre - está pasando aquella panadería.
- Vale, muchísimas gracias – dijo Osvaldo y se fue para allá.
Vio la fábrica que se llamada “Oler bien”, entonces Osvaldo entró y dijo:
- Buenos días
Candela, que era la que estaba en recepción dijo:
- Buenos días, ¿tiene usted cita?
- Si. - respondió Osvaldo.
- Un momento, ¿cómo se llamaba?
- Osvaldo. – contestó él.
Entonces Candela llamó por teléfono y dijo que estaba esperando un chico llamado Osvaldo y la jefa, que se llamaba macarena, la dijo que le hiciera pasar.
Osvaldo entró en el despacho y dio los buenos días. Macarena también le saludó y le pidió los papeles. Osvaldo se los dio y macarena los miro y dijo:
- Bueno, te voy a enseñar la fábrica ¿vale?
Entonces entraron y Osvaldo alucinado dijo:
- ¡Cuántos frascos de colonia! - y pregunto: ¿Aquí se hace colonia de hombre y de mujer?
- Pues si. – Macarena le explicó - Mira Osvaldo, estamos en la primera planta aquí se fabrica la colonia de mujer. En la segunda planta está lo de caballero y en la tercera lo de niño y niña. Y por último en la cuarta y última se embala y se meten en cajas. Luego está la sala de descanso donde se come el bocadillo se echa el cigarrito y se come, porque hay turnos que ahora te explico ¿vale?
Se fueron al despacho y le dijo:
- De momento trabajarás de mañana y ya cuando mañana vengas firmamos el contrato por seis meses ¿vale? Ahora te traerán el traje que son dos camisetas, dos pantalones, dos sudaderas y dos pares de zapatos. ¿Contento?
- Pues si, nunca pensé conseguir un curro tan deprisa, muchísimas gracias Macarena.- y Osvaldo se fue muy contento.
Al día siguiente, Osvaldo se levantó, se fue al servicio e hizo lo de todos los días. Luego se puso la ropa y dejo el cuarto recogido. Cuando fue a la cocina había una nota que decía “tienes en el microondas los cruasanes con todo ya puesto y el café, solo calentarlo”. Osvaldo dio vuelta a la hoja y puso “a las 11 te llamo, ¿vale?”, y cogió el la mochila con la ropa del curro.
Se fue a la parada y cuando vino el autobús, Osvaldo le pidió al chofer que si, por favor, le podía dar un horario y el chofer le dijo:
- Claro que si.
Osvaldo lo cogió y miró el horario que tenía y dijo:
- Bueno, ya se que todas las mañanas me tengo que levantar a las 7 para que me de tiempo.
Llegó a la fábrica y Osvaldo dijo:
- ¡Cómo no va oler bien la fábrica con todos los olores tan ricos! - entonces dijo.- Buenos días, Candela.
- Vamos a ver como empezamos el primer día.- respondió Candela.
Entonces bajó Macarena y le dio la llave de la taquilla y la tarjeta para fichar todos lo días y le dijo:
- Esta tarjeta la guardas tú, ¿vale? no la pierdas porque no hay más.
Y Osvaldo se fue al vestuario, se cambió y se dijo “que mono estoy”, y entró en la planta. Macarena le presentó a todos:
- Escuchad, este nuevo compañero es Osvaldo. Estará con nosotros 6 meses, empezará en embalaje ¿vale? - dirigiéndose a Osvaldo.- Empezarás hoy con Sara, ¿vale?
Osvaldo como caballero que es, le dio dos besos y entonces le dijo:
- Toma, esta es la máquina de poner las cintas a las cajas de cartón, tanto grandes como pequeñas. Cuando las tengas hechas las echas por aquí, ellas bajan solas al piso primero, es fácil.
Osvaldo se puso a ello y dijo:
- ¡Qué fácil es esto! - y en una hora hizo 50 cajas grandes y 50 pequeñas, porque medianas no había ninguna. Dieron a las 11 hora para descansar y Osvaldo llamó a Canuto para preguntar por él
Canuto dijo:
- ¿Quien es?
- Soy yo, Osvaldo.
- ¡Hombre, Osvaldo!, ¿pasa algo?
- No.- respondió Osvaldo.- solo darte las gracias por el desayuno.
- ¿Qué tal tú en el curro? - le preguntó Canuto.
- Pues bien de momento.- respondió.- las 2 salgo ¿vale? para comer juntos. Bueno, voy a desayunar algo.
Osvaldo se tomó un café y un “donette”, después fue al servicio y volvió a trabajar con Sara. Siguió haciendo cajas y llegaron las 2 y fue a cambiarse. Fichó y se fue a la parada del bus y cogió el bus, entonces llegó a la pensión y dijo:
- Buenas, aquí estoy para comer juntos
- Vale.- respondió Canuto, y así lo hicieron.
Osvaldo se levantó e hizo lo mismo de todas las mañanas y se fue a desayunar. Después se fue hacia la parada del bus, lo cogió y llegó a su trabajo donde entró, dio los buenos días y se fue a cambiar y a fichar. Guardó la tarjeta, cerró la taquilla y se fue hacia su zona en la cuarta planta y ahí estaba Sara y le dijo:
- Buenos días Osvaldo ¿qué tal tu segundo día?
- Bien y con agujetas.- respondió Osvaldo.
- Bien.
Entonces Osvaldo se puso a hacer cajas y como siempre hizo muchas, pero se dio cuenta que no había cajas grandes. Osvaldo le preguntó a Cosmo, que estaba en el almacén:
- Hola soy Osvaldo, soy nuevo. Te quería preguntar si tienes algún fardo de cajas grandes.
- No quedan, pero yo ya les he pedido en el próximo encargo.- dijo Cosmo.
- Vale, se lo diré a Sara.
Fue donde Sara para decírselo y ella estaba hablando por teléfono. Cuando vió que había terminado de hablar Osvaldo dijo:
- Perdona Sara, pero es que no quedan cajas grandes.
Y Sara dijo:
- No puede ser, ¿has mirado en el almacén?
- Si, me ha dicho Cosmo que no que dan fardos de cajas grandes pero que las ha pedido en el próximo pedido.- dijo Osvaldo.
Y Sara dijo:
- Bueno, pues entonces empieza con las pequeñas y las medianas.
Osvaldo se fue hacia la cuarta planta, cogió las cajas pequeñas y empezó a hacer cajas. Cuando dieron las 11 ya tenía hechas 112 cajas, entonces lo dejó recocido para ir al desayuno.
Se fue a la taquilla, cogió el bocata y cogió 1€ para coger dos coca-colas zero. Se sentó, se puso a leer la prensa y a las 11:30 otra vez a la planta, dejo la coca-cola encima de una cajón de madera y empezó hacer cajas.
Cuando dieron las 14:00 se fue al vestuario y después a donde estaba Sara para despedirse y Sara le dijo lo mismo: “hasta mañana”.
Osvaldo se fue hasta la parada, nada más llegar y por los pelos cogió el bus. Llegó a la pensión y dijo:
- Ya estoy en casa, Canuto.- y macuto dijo:
- Hola Osvaldo, ¿qué tal el trabajo?
- Bien, pero con mucha hambre.- respondió Osvaldo.
Se pusieron a comer y le dijo Osvaldo a Canuto:
- Mañana me toca de tarde, Sara me lo ha pedido y le dicho que si. Así que si quieres mañana por la mañana podemos colocar el desván.
- Pues vale.- respondió Canuto y le preguntó a Osvaldo que por qué no se saca el carne de coche y Osvaldo le dijo:
- Canuto, puede que si le saque, pero de momento no, cuando tenga un poco más de dinero. Que la matrícula vale mucho y si me apunto es para ir.
Se fueron al súper a comprar algo para la semana y compraron un poco de todo, para casa y a dormir.
Dieron las 6:30 y sonó la alarma del móvil. Osvaldo se levantó e hizo lo de siempre, desayunó y con las mismas se fue a la parada. Vino el bus y Osvaldo se subió, se sentó y espero a llegar a la fábrica. Cuando llegó pulsó el botón y se abrieron las puertas del autobús, se bajó y se fue hasta el curro. Entró y dijo:
- Hola Candela.- y candela dijo:
- Hola Osvaldo.
Se fue al vestuario, se puso el traje, cogió la tarjeta y se fue a fichar. Entró y se fue hasta su planta y cuando llegó dijo:
- Buenos días.
- Hoy hay que hacer unas 400 cajas medianas y 200 cajas pequeñas ¿vale? - le dijo Sara.
- Vale, pues al lió.- respondió Osvaldo. Y se puso al curro sin parar y haciendo muchas cajas, hizo más de las que querían.
Bajó a preguntar a Sara si tenía que hacer un albarán y Sara le preguntó que si ya había terminado y Osvaldo respondió que si que había hecho más de las pedidas.
- Bueno si, cuéntalas y haz un albarán. Bájaselo a tu compañero Bruno que está en la planta número uno.- continuó Sara.- Bajas todo y le dices que está contado y que lo puede mandar.
- Pues vale.- respondió Osvaldo y así lo hizo. Bajó y dijo:
- Buenos días Bruno, aquí te traigo el albarán y las cajas contadas.
- Pues vale.- dijo Bruno.- Gracias Osvaldo.
Después se fue a su planta, le dijo a Sara que ya se lo había dado a Bruno y como ya era la hora del bocadillo cogió las llaves y se bajó hasta el vestuario. Allí cogió el bocata y un euro para las “coca-colas”, se sentó y con tranquilidad se comió el bocadillo y se bebió la coca-cola. Cuando acabó, se levantó y a su puesto.
Subió hasta su planta y colocó la lata de coca-cola encima de la caja de madera y se cogió un fardo de cajas pequeñas. De repente sonó el móvil de la empresa y le dijeron a Osvaldo que dejara lo que estaba haciendo y cogiera el teléfono.
- ¿Quién es?- preguntó.
- Hola soy del hospital “Camino del Rocío”. Es que tenemos aquí a su padre. ¿Puede venir? - le preguntó el médico.
Osvaldo dijo que si y fue corriendo al despacho de Macarena a decirla que se iba. Entonces Macarena le dijo:
- Si claro, pero no te olvides del justificante que diga que has estado en el hospital ¿vale Osvaldo?
- Pues vale.- respondió él y salió.
Llamó a un taxi y el taxista le preguntó:
- ¿A dónde vamos?
- Al hospital “Camino del Rocío”.- contestó Osvaldo, pagó al taxista y entró en el hospital.
Entonces preguntó en información:
- Me han llamado al trabajo porque está aquí un señor llamado Canuto.
La persona de la recepción le dijo:
- Pues espere un momento que se lo miro.- y continuó.- pues si, en el box 56 está.
- Muchísimas gracias.
Se fue por los pasillos buscando el número 56 y cuando llegó, entró y allí estaba Canuto. Osvaldo preguntó:
- ¿Es grave?
- Pues si, no le voy a engañar.- dijo el médico.- puede pasar.
Entonces Osvaldo entró y vio a Canuto allí y dijo:
- Hola Canuto, ¿cómo estás?
- Pues ya ves, estoy que ya es mucho.- dijo Canuto.
Entonces Canuto le dijo a Osvaldo que se acercara y que escuchara lo que le iba a decir. Osvaldo cogió una silla, se acercó y dijo:
- A ver, ¿qué pasa Canuto?, ¿qué me tienes que decir?- preguntó
- Pues escucha.- respondió.- Osvaldo, quiero decirte que eres como mi hijo. Así que ya fui al abogado y lo puse todo en regla ¿vale Osvaldo?
Entonces el muchacho se estaba que dando de piedra y no sabía que decir En aquel momento llegó Sara y Osvaldo la preguntó:
- ¿Qué haces tú aquí?
- Pues que me enteré de lo que había pasado.- respondió Sara.- y delante de tu padre quiero decirte que me gustas mucho desde le premier día que te vi.- continuó la chica.- Le pregunto señor ¿qué le parece usted?
- Me parece muy bien hacéis buena pareja.- dijo Canuto.
En ese momento llegó el abogado, el señor Rodrigo y dijo:
- Buenos días, aquí estoy con los papeles que usted me pidió, solo hace falta que el muchacho los firme.
Canuto le pidió a Rodrigo que le diera los papeles y los echó un vistazo y dijo:
- Está todo correcto, firma Osvaldo los papeles.
- ¿Cómo, es que se piensa ir algún sitio? - preguntó Osvaldo y Canuto le dijo:
- Pues hombre se puede decir que me iré con mujer cuando el señor quiera.
Entonces el señor Rodrigo le dijo a Osvaldo que desde ahora él era su abogado. Entró el médico y dijo:
- Todos fuera que el paciente tiene que descansar.
Entonces salieron fuera y Osvaldo fue llamar por el móvil. Cuando Macarena cogió el teléfono Osvaldo dijo:
- Hola soy Osvaldo, que esta muy mal y que me quedo esta noche en el hospital.
Osvaldo le preguntó al abogado Rodrigo que era lo más importante que el señor Canuto le dejaba, entonces el señor abogado le dijo que le dejaba una herencia valorada en 50 millones de euros. Osvaldo le dijo:
- ¿Está usted de broma señor? porque no tiene gracia, ninguna.
- No es ninguna broma.- dijo el abogado.
- Pues vaya.- dijo.- ya se lo que voy hacer con el dinero, voy ha convertir la pensión en una residencia de mayores y tendrá de todo.
Entonces pensó qué podría hacer que sus cuatro hermanos vinieran a España y pudieran estar en la residencia trabajando. Se lo dijo al abogado y el señor Rodrigo empezó hacer papeles y en tres semanas estaban en España con su hermano Osvaldo.
La residencia se iba a llamar “España Querida” por lo bien que le habían tratado aquí. Entonces sus hermanos llegaron y todos se dieron un abrazo y Osvaldo dijo a sus hermanos, Aarón y Santos, y a sus hermanas, Catalina y Gaviota:
- Llegáis con un trabajo debajo del brazo. Vais a trabajar en la residencia “España”.- sus hermanos estaban muy contentos.
Osvaldo pensó “voy hacer una cosa, voy ha mandar mucho material para que puedan construir casas, hagan un colegio y un sitio donde las personas que no tienen nadie tengan donde ir. Sobre todo que tengan agua potable y medicinas”.
Y así se hizo, ¡qué mejor que ver que el pueblecito llamado La Tormenta va a tener de todo gracias a Osvaldo!, mejor dicho gracias a Canuto por ese regalo.
Y todos contentos. Canuto en la residencia muy bien cuidado, los hermanos de Osvaldo contentos por trabajar en España, sobre todo por estar al lado de su hermano mayor, y Osvaldo porque sigue trabajando en la fábrica de perfumes y ha encontrado a su media naranja que es Sara .
Osvaldo le dijo a Sara que si quería vivir con él Sara le preguntó:
- ¿Dónde?
Y Osvaldo le respondió:
- Tengo casa, lo único que hace falta de poner los muebles.
- Pues vale, entonces.
Sara se quedó a dormir y entre ellos pasó lo que tenía que pasar. Al otro día Osvaldo le dijo a Sara que le iba a presentar a sus hermanos y Sara dijo:
- Espero que sean como tú.
Cuando llegaron a la residencia Osvaldo dijo:
- Os presento a mi futura esposa.
Y Sara dijo sorprendida:
- ¿Cómo?, repite…
- Pues eso, que el sábado nos casamos. La boda es a las doce y después el banquete. O sea, que no quiero un no por respuesta.
Sara le dijo:
- Mire caballero me caso con usted porque quiero ¿vale, mi niño lindo?
Y así se hizo. Llegó el sábado y Sara en una habitación con sus cuñadas se estaba poniendo el vestido de novia que era azul cielo, lo zapatos eran verdes manzana y la cuñadas iban de crema. Osvaldo iba de negro y sus hermanos de crema también.
A las doce y media el cura dijo:
- Sara Méndez ¿quieres a Osvaldo Mata por esposo?
- Si, quiero.- respondió Sara emocionada.
A continuación, el cura preguntó a Osvaldo:
- ¿Quieres a Sara Méndez por esposa?
- Si, quiero.- dijo Osvaldo.
Entonces el cura dijo:
- Si hay alguien aquí que quiere decir algo que lo diga ahora o que calle para siempre.
Como nadie dijo nada el cura dijo:
- Podéis besaros.
Y así lo hicieron Sara y Osvaldo, que ya eran marido y mujer. Se fueron al banquete donde había unas mil personas. Lo más sorprendente era que entre todos los invitados regalaron los muebles de toda la casa
Pasaron unos meses y Sara llegó a la empresa muy contenta y diciéndole a todo el mundo que estaba embarazada. Venían dos, una Rocío y un David. Entonces todos los que veían a Osvaldo le felicitaban pero el no sabía el por qué de tanta felicitación hasta que subió Sara que le dijo:
- Hola mi amor, te tengo que comunicar que estamos embarazados.
- ¡Qué bien! – respondió Osvaldo feliz.
Al 9 mes de embarazo en el trabajo, Sara gritó, llamó a Osvaldo y le dijo:
- He roto aguas. Vete a llamar a Macarena, que venga enseguida.
Osvaldo se fue al teléfono a llamar a una ambulancia. Mientras llegaba hicieron una manta con cajas abiertas donde Sara se recostó. Macarena se puso unos guantes de látex y le dijo a Sara, que tenia agarrado por la mano a Osvaldo, que empujara. Después de hacerlo varias veces, Macarena exclamó:
- ¡Ya salió, es una niña muy morena!- y de repente dijo.- no, ¡empuja que viene otro!
Y así salió el niño que era muy rubio. Como de costumbre, Osvaldo se desmayó, es típico de algunos hombres.
Cuando Sara se despertó vio a los tres y dijo:
- ¡Qué guapos son!
- Que sepa todo el mundo que ya soy español desde los pies a la cabeza.- dijo el padre.
En dos días se fueron a casa los cuatro.

Osvaldo da un consejo a todo inmigrante que lea esto: 

“España es muy grande y muy acogedora. Lo digo yo, que me abrieron los brazos de par de par. Todo esto se lo debo a un señor que es como mi padre: Canuto."

Besos a esta España, donde estoy


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